Qué suerte en la vida haber tenido una madre amorosa, protectora y sabia. Cierto, la figura de la madre a menudo representa el sacrificio, la bondad, el amor incondicional. Sin embargo, no entre mis pacientes, quienes vienen con heridas de la niñez, la adolescencia y la juventud, muchas a veces causadas por la madre. 

De niños somos dependientes de nuestros padres. Así que biológicamente estamos programados para ser leales a nuestros padres. Contrariarlos, incluso verlos en su justa medida se nos hace imposible por mecanismos inconscientes que aseguran la pertenencia al clan familiar. 

Sin embargo, se hace más díficil en la adultez. Nos volvemos “bipolares”. Una vez amamos a nuestra madre y otra vez la aborrecemos. Y es que… qué es ser un adulta?

La adultez es el periodo donde podemos por fin desplegar nuestras alas. Ser mujer hoy en día, y en nuestro entorno (que aún sigue siendo muy patriarcal) significa estudiar, trabajar, enamorarse, viajar, tener amigos. Si te paras, tomas aire y llenas tus pulmones y abres tus brazos como si fueras un árbol. Eso es ser adulta.

Si nos mantenemos en una postura encogida, negando nuestro valor, llenas de inseguridades, de miedos, de baja autoestima, estamos negando todo el poder que tiene nuestro espíritu. 

A veces para poder desplegar toda tu Luz, toca alejarse, toca romper esas cadenas que atan tu espíritu. Y eso no es ser desleal. Es honrarte a tí misma. Qué podemos perdonar a padres o madres que nos abusaron, que nos doblegaron, que nos causaron grandes heridas ? … no lo dudo. Es posible. 

Pero quien perdona es alguien que ya tiene la sabiduría de ver una situación desde la altura, viendo todos los elementos y comprendiendo una dinámica. Mantenerse sometido no es perdonar, eso es seguir negando tu espíritu, evitando crecer y dar tu Luz. 

Soy una psicóloga que sí defiende la opción de alejarse. Porque lo primario es proteger la propia salud mental y física. Si estamos sanos podemos volcar nuestros dones en la sociedad y en nuestros hijos. Se puede querer y perdonar en la distancia. Respetando que cada cual escoge su destino. Que las circunstancias te marcan, pero no te definen. Que en cada momento tenemos la opción de elegir entre hacer mal o hacer bien. 

Elegirte a tí, es la más alta expresión de AUTOESTIMA. A veces toca tomar el pasado en paz y dejarlo allí, y voltear  y dirigir nuestra mirada al futuro y nuestro presente. Y te aseguro, el alivio se siente como un regalo. 

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