2020 ha venido con muchos cambios para mí. Y a la vez para muchas de las mujeres que me rodean, Amigas y Clientas. Así lo siento.
En este año alcanzo los cuarenta. Hace años pensaba que llegar a esta etapa me asustaría. Pero no. No sabía como se sentiría. Pero yo lo que siento actualmente es satisfacción. Mi hija cumple este año diez. Y así como yo entro en los cuarenta, ella está a las puertas de la adolescencia. Como migrante también ya he quemado algunas etapas, pues llevo ya 14 años viviendo como mujer migrante en Alemania. Hace solo un par de años que me siento establecida.
Estos son días que me hacen – que nos hacen – pensar en el Ser Mujer. Cuando la mayoría de los que me conocen por primera vez me preguntan por qué mi proyecto profesional se llama Coaching para Mujeres Tristes y que por qué no trabajo con Hombres, yo respondo con un rosario de frases que he ido tejiendo o descubriendo a lo largo de estos tres años. Porque al inicio este nombre me surjió como una inspiracion y tuve que pensar mucho para entender por qué quería esto.
Lo primero es que aclaro que también trabajo con Hombres. Muchos hombres se han decidido a pesar del título a pedirme citas para hacer terapia y luego están los que vienen en el contexto de terapia de pareja o terapia familiar. Luego añado que escogí trabajar con mujeres y especialmente con mujeres migrantes latinas, porque es el terreno más conocido para mí, al serlo yo también.
Pero en la medida que mi proyecto ha ido creciendo y he ido sistematizando mi trabajo, me he dado cuenta de que esta decisión iba más allá. Me he dado cuenta de que mi forma de hacer terapia tiene mucho que ver con el Empoderamiento Femenino.
Me dí cuenta de que muchas mujeres – aún esas que no quieren admitirlo- estaban tristes. Y significa que solo estaban tristes. Muchas buscan la terapia por trastornos de ansiedad, depresión, enfermedades psicosómaticas, conflictos internos y en la pareja; pero cuando trabajamos juntas nos damos cuenta las dos de que solo cargan con una profunda tristeza. La tristeza de no encontrar la manera de expresar su Yo verdadero, su Yo esencial.
Sin dudas la psicología femenina y la terapia de género tiene que ser diferenciada. Pues la Mujer ha cargado por siglos unos roles que condicionan su Psique.
Muchos de los problemas que esas maravillosas mujeres valientes que vienen a mi consulta tienen, tienen que ver con la lealtad a los modelos femeninos que han recibido de su familia de origen, con los roles constreñidos a los que fueron encajándose desde niñas, a esa necesidad imperiosa que tenemos las mujeres de primero priorizar la necesidad del otro y por último la propia, el miedo a la libertad, a liberarse de esas cadenas simbólicas y convertirse en mujeres lobas, mujeres medicina, mujeres locas, mujeres guerreras, mujeres líderes, mujeres exitosas, mujeres sin miedo, mujeres libres. Muchos de esos problemas tienen entonces que ver con una tristeza profunda, el dolor de ver su riqueza interna empobreciéndose, dormida y atada. Y también con reproducir un dolor aprendido de manera transgeneracional: la Tristeza enquistada de muchas otras mujeres que le anteceden en la Linea de Mujeres de generaciones anteriores en su árbol genealógico.
Así que mi trabajo consiste más que en buscar causas endógenas y exógenas para la depresión y la ansiedad, y en repartir recetas para vivir feliz; en encontrar caminos para desaprender la Tristeza y dar espacio a la vitalidad, a darse un Sí a sí misma. Y es puro empoderamiento, porque tiene la meta de confrontar, mirar a la cara, a esos dolores que llevábamos tiempo minimizando y también ver con ojos bien abiertos, todo el arsenal de recursos internos que tenemos para afrontar la Vida . Pero una Vida distinta, llena de vitalidad y locura sana individual.
Y sí, el trabajo terapeutico enfocado en la Mujer, es un trabajo de empoderamiento. Cuando veo ante mí una mujer que viene buscando terapia, o coaching, ya sea personal o profesional, me pregunto, cómo puedo aportar algo positivo a su Empoderamiento. Cómo puedo ayudarla a concientizar que sus dolores, las pruebas que superó no fueron poca cosa y que si está aquí completamente agotada, abatida, casi vencida es porque emprendió ya hace mucho tiempo el camino de la búsqueda de la libertad, mostrándose inadaptada, rebelde y triste. Pero ahora armada para ese trecho final, que es a través del acompañamiento psicológico, reconocerse a sí misma, ver su Fuerza, sanadora, autosanadora, constructora, valorar su inteligencia, verse a sí misma capaz de llevar el timón.
Muchas cosas están cambiando, este 8 de marzo de 2020 demostraron cientos de miles de mujeres en innumerables plazas a nivel mundial por un fuerte NO al Femicidio. La causa de la Mujer está fortaleciendose, y estamos reconociendo nuestra fuerza y nuestra capacidad transformadora. Ya no queremos ser más las víctimas, ni queremos más victimarios. Nuestras alas para volar se están finalmente reparando.